Obsolescencia estilística

La moda tiene un crecimiento devastador en todos los ámbitos. Selecciona las oportunidades del mercado y establece estrategias en un sector en el que la innovación es continua y competitiva, lo que requiere un continuo seguimiento de tendencias y la valoración de los cambios que hay en la sociedad.

Se trata de identificar, evaluar y seleccionar oportunidades del mercado, establecer estrategias óptimas de comercialización, comunicación, desarrollo y consolidación de marcas. De este modo, se abastecen diferentes campos, como el diseño de moda, la producción de moda, la moldería y confección, la comunicación de moda, la fotografía de moda... y así en una larga lista.

El mercado quiere novedad de productos, estilos y colores. Sin embargo, la gente quiere que la desplacen con cuidado de sus patrones habituales, no abandonarlos de golpe. Es por ello que muchos fabricantes optan por una estrategia de obsolescencia planeada; su objetivo es hacer que un producto existente quede fuera de uso, y de esta forma, aumentar el mercado para productos de reposición.

Esto ocurre cada temporada, es decir, cada tres meses. En tan solo un año podemos encontrar cuatro grandes cambios en las tendencias, colores y estilos, que vienen dados por los cambios en las estaciones anuales. Por mucho que las temperaturas no varien, la ropa se adecua a los rasgos generales de cada estación. 

Las empresas optan por la obsolescencia de estilo, también conocida como obsolescencia de moda o psicológica, en la que se modifican características superficiales del producto en forma tal que el nuevo modelo se distinga fácilmente del anterior. La idea es hacer que las personas se sientan anticuadas si siguen usando los modelos anteriores. Por lo que deciden renovar su fondo de armario aproximadamente cada cuatro meses.

Sin darnos cuenta somos esclavos de las tendencias, esclavos de la moda. No queremos quedarnos anticuados para no representar algo que ya no somos.