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viernes, 20 de septiembre de 2013

Gabrielle

Gabrielle, Cocó.

Aunque para todos Chanel.

La vida de una de las diseñadoras de moda más importantes de la historia, que hoy habría cumplido ciento treinta años, se pone de relieve tras la última apuesta de la Maison francesa por revivir la leyenda, por avivar el fuego de aquellos pitillos que con sus severos labios Chanel sujetó durante toda su vida.

Muchos pensaban que la historia de la mítica mademoiselle Cocó estaba poco explotada, al menos por parte de la casa de modas que ella misma fundó y que hoy día navega bajo el timón del capitán Lagarfeld. Únicamente dos películas reflejan la vida de este inmortal personaje y no sé cuál de ellas me gusta menos. Por un lado tenemos una producción televisiva de los ochenta con tintes romanticones y regusto a culebrón venezolano con Shirley MacLaine como protagonista y, luego, algo más actual, encontramos la apuesta sutilmente más modesta de Audrey Tautou – Amelié para los amigos – de hace apenas cinco años, que nos muestra a una Chanel llena de complejos e inseguridades. En cambio, si hablamos de productos literarios, el catálogo comercial es mucho más extenso. Encontramos muchos libros y biografías que sólo unos pocos conocen. Esto es, ¿qué sabe verdaderamente la gente de Cocó Chanel? ¿Qué hemos aprendido de esos libros que ni sus nombres conocemos y de esas dos películas que tan mal han retratado la brillante historia del icono de la moda por excelencia? ¿Qué concepto tiene la sociedad de ella? ¿Cuánto hay de Gabrielle en la marca Chanel? ¿Conocemos de verdad las facetas de este profundo personaje? ¿Hubiese sido un personaje querido por la prensa de hoy en día?

Alguien en la casa de modas francesa debió de entender – por fin – que poseían un auténtico diamante en bruto en su haber comercial. Hoy en día Chanel es para muchos una lovemark, pero la razón suele ser el concepto de moda que promueve, esa particular manera de entender la forma de vestir.  Pero, ¿no es posible amar una marca aunque no nos guste (o al menos encante) su producto? ¿Lo veis posible? Nosotros pensamos que sí y, de hecho, el ejemplo que os traemos hoy lo ha conseguido.

La moda de hoy en día, tan llena de esplendor por donde mires y prácticamente resoluta en sus iconos, pasados y futuros, nos hace ver a la misma como una macedonia de autores que terminan pasando desapercibidos ante nuestros ojos. Chanel, aunque legendaria firma de moda femenina, estaba sufriendo el mismo achaque de allanamiento y ya era hora de que encontrase ese valor que la hiciese flotar por encima de sus rivales.

Muchos veían a Chanel como una firma de lujo, una más entre tantas otras; similar a otras míticas como Dior, Gucci o Louis Vuitton. Pero, ¿cómo diferenciarles? ¿Cómo hacer a Chanel sobresalir o no dejar que su único valor como lovemark sea el de sus elitistas precios? ¿Cómo hacer de la experiencia de comprar algo en Chanel algo irrepetible que no se pueda conseguir únicamente poniendo precios desorbitados? La respuesta era muy simple, tan simple como el nombre de la propia firma: CHANEL, Gabrielle Chanel.

¿Qué pasaría si el público conociese la historia de la fundadora de la casa Chanel? La historia de superación, sufrimiento y esfuerzo que llevó a una campesina pobre y huérfana a convertirse en un icono de su tiempo y una leyenda del nuestro. Probablemente muchas personas podrían verse identificadas con alguna de sus múltiples facetas o sentir admiración por cómo luchó por conseguir todo lo que se propuso desde joven y hacer ver a todos aquellos que se mofaron de ella lo equivocados que estaban. Por ello, en una apuesta por revivir la leyenda, han desarrollado una estrategia de rebranding, produciendo una serie de aproximadamente diez capítulos que harán un seguimiento de Chanel, desde un plano comercial, social y, por supuesto, personal. Esta semana salió un capítulo que dedica sus cinco minutos de duración a explicar un poco cómo fue la verdadera historia de esta mujer que a tantos en sus tiempos sorprendió y que incluso hoy en día sigue provocando curiosidad.

De esta manera, el concepto de Chanel poco a poco empezará a cambiar. El valor personal de la firma, el de su diseñadora y fundadora comenzará a tener más peso, un valor mayor dentro del tejido industrial de la firma. El público valorará a Chanel ya no sólo como marca de modas, sino como un hito social que revolucionó la forma de entender el lugar de la mujer en la sociedad y que terminó de impulsar el avance de la misma en el siglo XX.

Además, con algo de suerte, habrá una parte del público que empezará a sentir atracción por el personaje que existe detrás de la leyenda y, sin darse cuenta, sea o no por la Chanel de carne y hueso o la Chanel de los dos aros negros, terminará poniendo de fondo de pantalla de su ordenador el bote de Nº5 y confirmando a la firma como una de sus lovemarks.

Esto es Chanel,
una persona, un símbolo, una marca, un universo de valores.

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